
Más que una cuestión de etiqueta.
La temática protocolaria es amplia y compleja, hay que considerar múltiples aspectos. Quizá por ello el desconocimiento en este terreno da lugar al error, en el que caen ciudadanos y medios de comunicación.
La anécdota protagonizada esta semana por Carme Chacón, y la polvareda mediática que originó, ha propiciado que las cuestiones de organización de los actos oficiales cobren mayor relieve. La temática protocolaria es amplia y compleja, hay que considerar múltiples aspectos. Quizá por ello el desconocimiento en este terreno da lugar al error, en el que caen ciudadanos y medios de comunicación. La vorágine informativa derivada de la vestimenta de la ministra ilustra claramente esa confusión. Según los expertos, la titular de Defensa no rompió, al contrario de lo que se ha dicho, el protocolo al llevar chaqueta y pantalón negros, más bien no siguió las indicaciones relativas a la vestimenta.
Javier Carnicer, jefe de Protocolo de las Cortes de Aragón, subraya que los profesionales de esta disciplina distinguen entre el protocolo (referente a la organización y al modo en el que se coloca a los asistentes), el ceremonial (serie de reglas relacionadas con la distribución de los invitados y el desarrollo del propio evento) y la etiqueta (término alusivo a aspectos externos como la forma de vestir y, por extensión, a lo que se entenderían como las buenas maneras). Respecto a esta última categoría, para la Pascua Militar se aconseja, en el caso de las mujeres, acudir con un vestido largo, tal y como hicieron doña Sofía y la Princesa de Asturias.
A pesar de no ir con ese vestuario, Chacón no incurrió en ninguna falta grave, ya que, de acuerdo a lo indicado por Carnicer, únicamente no siguió las recomendaciones de los organizadores en este ámbito, estrechamente vinculadas a la mecánica del acto.
"Una tontería" .
El revuelo suscitado por su esmoquin, ante el que se posicionaron en contra, criticando el sexismo implícito en los ataques, desde Bibiana Aído o Leire Pajín hasta Esperanza Aguirre (que hicieron frente común a pesar de sus desavenencias ideológicas), no le merece ningún comentario al responsable de protocolo de la Cámara autonómica. Carnicer, al que le parece "una tontería", resalta que la ministra "no faltó al respeto a nadie". Cree que el problema está cuando se sobrepasa el límite y se cae en la burla, ya sea hacia el acto en sí o hacia los asistentes, lo que, a su juicio, no se ha dado. De la misma opinión es Teresa Rodrigo, responsable de Persuasión, compañía zaragozana dedicada a la organización de congresos y la contratación de azafatas. Apunta que simplemente "es una cuestión de gusto, de estética". Achaca la controvertida elección de la ministra a la tendencia de las mujeres a llevar ropa más cómoda que un vestido en el lugar de trabajo. "Hay otros temas de suficiente calado como para estar con estas tonterías", concluye.
José María Gimeno, coordinador de Relaciones Externas del Parlamento autonómico y presidente de la Asociación Aragonesa de Protocolo, se suma a la percepción de que iba correctamente vestida y también suscribe que no rompió el protocolo, al igual que tampoco se obvia cuando la autoridad saluda en un acto a los ciudadanos. Además, estima que en su decisión Chacón dio "más importancia al cargo de ministra que a su condición de mujer".
Las cuestiones protocolarias revisten una gran dificultad, de ahí que la ley haya buscado dar una respuesta y regularlas. Los profesionales organizan los actos en función de lo establecido en el Ordenamiento General de Precedencias en el Estado, aprobado en 1983 por medio de un Real Decreto. Este recoge el régimen de precedencias de los cargos y entes públicos, encabezados por la Jefatura del Estado y los miembros de la Casa Real.
Carnicer destaca que es la norma básica que rige la actuación, si bien, al haber sido creada hace más de 25 años no incluye algunas figuras institucionales (como la del Justicia), por lo que también se aplica la costumbre que se ha instaurado a lo largo del periodo democrático.
Puede parecer que la presencia de autoridades civiles y militares en una ceremonia complica la situación. No tiene por qué ser así. Carnicer dice que se hace una distinción y las primeras se colocan de acuerdo al citado ordenamiento, mientras que la cúpula del Ejécito sigue reglas internas como la jerarquía o la antigüedad.
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