
La buena educación.
Todo el mundo se considera perfectamente educado, es bastante curioso. Y aunque salta a la vista que hay diferencias grandes entre la educación de unos y de otros, da lo mismo.
La sobre-educación existe
Todo el mundo se considera perfectamente educado, es bastante curioso. Y aunque salta a la vista que hay diferencias grandes entre la educación de unos y de otros, da lo mismo. Cada cual piensa que la suya es la exquisita, y protestan -vociferando a veces- de la ordinariez del resto: "¡¿Adónde vamos a ir a parar?!"
El mecanismo para conseguir esta autosatisfacción universal es sencillo. Se llama a las propias faltas de educación "una muestra de naturalidad", sean las que sean. Y a los actos más delicados que nos dejan en evidencia los motejamos enseguida de sobre-educación y esnobismo. Así, todos tan contentos.
La sobre-educación existe, claro. La describe Chesterton: "Too polite for good manners". ¿Ejemplos? Quien se pega una rara carrera para abrirte la puerta del coche a pesar de que los restos de tu juventud todavía te permiten abrírtela solo, o el que desconcierta a una buena señora tomándole grácilmente la mano y depositando allí un beso que nadie se esperaba a estas alturas. Bueno, quizás estos ejemplos sean discutibles. Pondré uno irrefutable. Envío por correo electrónico mis artículos a una lista de amigos y conocidos de fuera de Andalucía. Uno contesta siempre sólo esto: "Gracias, Quino". A lo que yo replico, amoscado, todos los miércoles: "De nada, Quique". ¿No sería mucho mejor un prudente silencio? Su instantáneo agradecimiento automático me recuerda cada semana que no me lee. En parte, este artículo es un experimento, a ver si contesta: "Gracias, Quino", como me temo. (Aunque debería temer más que me contestase con un tirón de orejas, por listillo).
Más complicado resulta juzgarse a uno mismo. He asistido a grandes meteduras de pata en las que el único que no se dio cuenta fue el patoso, y sospecho que con frecuencia haré yo lo mismo. Como dispongo de un amigo de la aristocracia, he pensado preguntarle qué tal me ve, pero no me parece correcto: supondría poner al pobre aristócrata en un compromiso.
Además, la regla áurea de la educación ya se sabe: que el prójimo esté lo mejor posible. Por tanto, las buenas formas no pueden ser reglas fijas, tienen que adaptarse como un guante a cada interlocutor y se resumen en esta frase: "La forma más alta de la elegancia es la caridad". Afortunadamente no la ha dicho Benedicto XVI, al que entonces todos refutarían enfadadísimos, sino Pla. Y es verdad. Ahora falta ponerla, uf, en práctica.
Yo tengo un interés profesional, pues me dedico a la educación. Las buenas maneras de la inteligencia y de la vida son las claves de una buena educación, también en un sentido académico. Aunque esto complica todavía más las cosas.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
El lenguaje del abanico tiene muchas variantes dependiendo del autor y la época
-
Mediante lenguaje corporal es posible conocer carácter y políticos, según estudio de expertos.
-
Hablar por teléfono es algo natural y cotidiano para la mayoría de los habitantes del mundo
-
¿A qué se debe este renovado interés por los modales, incluso en una sociedad como la norteamericana, en la que se supone que justamente no importan tanto?
-
Des del moment que cada xiqueta/senyoreta ix des de sa casa en acte oficial, serà responsabilitat de la Junta Central Fallera
-
Atención y exclusividad son dos de los pilares del auténtico lujo. El lujo intangible está cada día más valorado
-
Los tratados de urbanidad siempre han existido para las clases pudientes y para guiar los usos sociales de la aristocracia
-
El protocolo de la España actual tiene su origen en los años 1548 cuando a Felipe II se le comenzó a servir a la forma y manera del protocolo Borgoñés
-
El hombre no puede vivir su vida sin expresarla. Expresar significa dar forma a lo sensible
-
Analizar, mediante una entrevista semiestructurada de inspiración piagetiana, cómo se razona sobre distintas convenciones sociales
-
Partimos de la idea de que las buenas maneras son con frecuencia una forma de hipocresía o, en el mejor de los casos, un automatismo vacío de contenido
-
Los principios de la urbanidad en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX.