Máximas sobre los bailes y pasatiempos lícitos.
Máximas sobre los bailes y pasatiempos lícitos.

Máximas sobre los bailes y pasatiempos lícitos.
Plácenos transcribir aquí, para gobierno de las jóvenes, algunas de las sabias máximas sobre los bailes y pasatiempos lícitos, pero peligrosos, consignadas por el suavísimo San Francisco de Sales en su libro de oro titulado "Introducción a la vida devota".
La danzas y los bailes son cosas indiferentes por su naturaleza; pero según el modo ordinario con que se ejecutan, están muy ladeadas e inclinadas hacia la parte del mal, y por consiguiente llenas de riesgo y de peligro. Todos en el baile ostentan a competencia vanidad; y como ésta es la disposición más oportuna para aficiones malas y amores reprensibles y peligrosos, fácilmente se engendra todo esto en los bailes.
De los hongos y setas dicen los médicos que los mejores no valen nada; pues lo mismo te digo, Filotea, de los bailes: que los mejores no son absolutamente buenos.
Para que sea loable el juego o la danza, se ha de tomar por recreo, y no por pasión; ha de durar un tiempo moderado, y no hasta fatigarse y desvanecerse, y ha de ser raras veces pues siendo con frecuencia, se convierte en ocupación el pasatiempo. Puedes jugar y danzar con las condiciones que te he señalado cuando lo dicten la prudencia y la discreción, por condescender y complacer a la honesta concurrencia en la que te halles; porque la condescendencia, como hija de la caridad, hace buenas las cosas indiferentes, ilícitas las peligrosas, y aun quita la malicia a las que son algún tanto malas. Santa Isabel, reina de Hungría, cuando concurría a tertulias de pasatiempo, jugaba y bailaba alguna vez sin perjuicio de su devoción... la cual crecía en medio de las pompas y vanidades a que su dignidad se exponía. Hasta aquí lo que decía San Francisco de Sales sobre los bailes.
No son vituperables los bailes, si son todos como los pintan las Santas Escrituras, como sencillas y religiosas expansiones, sensibilizadas con ciertos moviemientos honestos del cuerpo, que naturalmente parecen inspirar la hilaridad y el alborozo. ¿Pero son así los bailes de nuestros tiempos? (Excmo. e Ilmo. Sr. D. Antonio Palau, Obispo de Barcelona, en su Revista Católica, correspondiente al mes de febrero de 1854).
Los teatros serían tal vez escuelas de costumbres si los autores dramáticos fueran siempre lo que deberían ser, si estuvieran animados de sentimientos religiosos. (El mismo Prelado en el citado periódico).
Cada uno de vosotros medite profundamente lo que en los teatros ve, lo que oye, lo que siente, lo que le rodea, lo repugnante de los trajes, si son deshonestos, sagrados o religiosos, con los resultados que en sí experimenta, y decida con imparcialidad si todo esto contribuye a mejorarle o empeorarle. (S.E. Ilma. el Sr. D. José Costa y Borrás, Arzobispo de Tarragona, en su exhortación pastoral de 11 de octubre de 1855, dirigida a sus antiguos diocesanos de Barcelona).
-
13078

Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Los jóvenes deben ser educados para tener buenos modales y evitar que sean personas maleducadas en el futuro
-
Cuando tengamos necesidad de llamar a algún sirviente, si le conocemos, le llamaremos por su nombre; caso contrario, haremos una señal.
-
El respeto que se debe al prójimo no permite, al hablar de alguien, golpearse la frente con el extremo del dedo para indicar que es una persona aferrada a su sentir y a su propio juicio
-
En la mesa es donde se ve la torpeza y mala educación del hombre que no es buen gastrónomo
-
Son incontables las personas buenas, virtuosas y dignas de afecto que no disfrutan de nuestra simpatía por sus asperezas de carácter...
-
Se puede y aun se debe establecer una especie de decoro entre los amos y los criados.
-
Es suma descortesía hacer uso de la superioridad de modo que quede ofendido el amor propio de los inferiores infundadamente.
-
La risa parece el producto de las dos sensaciones unidas, sorpresa y placer, movidas por un ligero contraste o por una finísima analogía.
-
La urbanidad encierra una misión mucho más dulce y más suave que la de dar elegancia a nuestras maneras e iniciarnos en las prácticas escogidas de una sociedad de buen tono.
-
El aseo nos proporciona salud. El desaseo produce enfermedades
-
La cortesía prohibe hacer revivir o echar en cara a otro los vicios que un largo arrepentimiento ha borrado.
-
La cortesía exige que no escriban cartas que no sean necesarias.





