
Los importantes.
No tienen la voluntad ni poder de proteger a nadie.
De los importantes.
Entre las ridiculeces más numerosas en la tierra, que lo son más que las estrellas en el firmamento, la que más compasión causa a todo hombre sensato es la nulidad importante .
Son frecuentísimos en las cortes de todo el mundo, sin tener la voluntad ni poder de proteger a nadie, pasando toda su vida en las antecámaras de los Ministros y principales personajes.
Reciben en ellas, con una admirable constancia, postes de horas enteras, de los que se vengan a su vez sobre las personas sencillas y crédulas, que en su tono de seguridad se persuaden que son hombres de infinitas relaciones. Siempre llevan, tras sí, alguno de estos necios, con los cuales juegan al ministro y a los pretendientes.
También antes de hablarles es necesario hacer antecámara durante una hora, porque un hombre tal debe estar abrumado de negocios. Mientras se le aguarda, se divierte él en su gabinete en calentarse a la chimenea, o en componer alguna décima para una Excelencia, porque a pesar de su necedad, quiere también pasar por un hombre de ingenio.
En fin, se abre la puerta y le encontraréis en un bufete lleno de papeles, escribe cuando entráis, os escucha sin dejar de escribir, os responde de la misma manera y os despide prometiéndoos todo lo que queréis.
Continuáis con esta práctica diaria por algún tiempo; pero llegáis a conocer con quien las habéis, y no volvéis a poner más los pies en casa de vuestro poderoso protector; mas sin duda ninguna que encontrará otros simples a quienes formar en la misma escuela, porque él ha protegido, protege y protegerá. Pero este hombre, diréis, ¿es un fatuo, un hombre sin vergüenza, un tonto? No, es un importante.
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