Lección sobre las habilidades. Las habilidades precisas para ser un señorito. Parte I
Para que en la sociedad le crean de buena crianza, hay que saber como vestirse, hablar, comer, bailar, y hacer todas las cosas como hijo de un noble y no como hijo de un plebeyo.

protocolo.org
Las habilidades sociales. Cómo se educa a una persona para ser un 'señorito'
Las habilidades que se esperan de un señorito para ser considerado de buena crianza varían dependiendo cada cultura y de cada región. El entorno social en el que se cría y del que aprende tienen una enorme influencia. Cuando se dice peyorativamente "señorito" es porque se le supone un alto nivel cultural y educativo.
Un señorito, además de tener un comportamiento respetuoso y amable con los demás, suele tener bastante desarrolladas ciertas habilidades sociales como la cortesía, la empatía, el respeto y la cordialidad. Suelen ser personas acostumbradas a moverse en sociedad y participar en mucho eventos sociales. Esto les da muchas 'tablas' para desarrollar este tipo de habilidades. Esto es lo que trata de hacer Mr. Chesterfield con su hijo. Educarle para saber moverse con soltura en sociedad.
No creas que bajo esta voz yo voy a comprender las habilidades de tirar la espada, montar a caballo, tocar un instrumento, etc. porque no son lecciones de educación las que yo me he propuesto darte ahora; y si de las habilidades precisas a un señorito para que en la sociedad le crean de buena crianza, como son que sepa vestirse, hablar, comer, bailar, y hacer todas las cosas como hijo de un noble y no como hijo de un plebeyo; y para que no echen la culpa a sus padres de la falta como es costumbre.
Te puede interesar: 10 consejos para ser un auténtico gentleman
Un caballero debe cuidar hasta de la elección de sus entretenimientos; por ejemplo, también parecido como es que haga uno la partida de juego a las señoras en una visita, o que tome los naipes en una fiesta de campo, como todos los demás amigos suyos, a juegos generales de moda, tan feo será el ponerse a jugar a la brisca, a la flor, al rentoy u otros semejantes, propios de los lacayos en las antesalas y en las tabernas; tampoco se debe asistir a los juegos públicos de pelota, balón, bochas, etc. donde todos sean gente ordinaria; pero esto no quita que varios señores se junten un día por extravagancia, y hagan ellos solos un partido; y no importa que admitan a algún plebeyo por sobresaliente en aquel juego, con tal que no pague y sea regalado.
La música, es con mucha razón tenida por una de las nobles artes, pero ningún noble debe elegir instrumento que le haga hacer visajes o ademanes ridículos; por ejemplo, el bajo, el fagot, los timbales, la trompeta; y yo siempre sería de sentir que si te gusta la música llames a los profesores a tu casa, y les pagues para que te diviertan; así te libras de estar soplando, y expuesto a oír a los circunstantes decir; lo hace bastante bien para ser un aficionado; y a otros en voz más baja; más valiera que empleara su tiempo en cosas útiles.
Como has de sentarte a la mesa, lo menos una vez cada día, debes saber hacer los honores de ella si fuere en tu casa, y servir particularmente a las señoras en cualesquiera donde te halles; y así el plato que tuvieres delante has de saber trincharlo, no equivocando el que ha de servirse con cuchara con el que debe partirse con cuchillo, ni cortándolo contra el uso diverso de cada pescado, ave, etc.; lo mismo digo del saber mondar y partir las frutas, helados y pastas; servir el vino, cerveza y licores, cualesquiera de éstas, que parecen frioleras, si las haces con torpeza, o sino las haces, das una prueba evidente de que no te has criado en casa donde hay semejantes platos, y que por consiguiente eres hijo de pobres y humildes padres, o que te has criado con tal abandono que no sabes ni aun siquiera comer a una mesa de señores, porque con solo la observación y la práctica se aprende eso.
"El saber componer una chimenea, dar la mano en una escalera a las señoras, colocarse en el coche o en el palco, etc. dan cabal ideal de la mayor o menor finura de un caballero con distinción"
Los brindis ya no se usan en las mesas de gente fina, porque a la verdad es una impertinencia el interrumpir a uno que tiene la boca llena, con un cumplimiento muy formal que no viene al caso, y mucho menos cuando suelen estar todos en confusa alegría, y que cada uno bebe por su gusto y por la salud de otro; y así, no brindes tu nunca a menos que se lo veas hacer a los demás, en cuyo caso ya te he dicho que te conformes a los estilos que halles en cada parte.
El saber componer una chimenea, dar la mano en una escalera a las señoras, colocarse en el coche o en el palco, etc. dan cabal ideal de la mayor o menor finura de un caballero con distinción de las señoras mayores, de los señores de respeto, de las señoritas, de los amigos iguales y aún de los inferiores; porque estas menudencias son las que más descubren los grados de buena crianza de un sujeto, y se hace risible quien las trabuca, equivocando las personas y las circunstancias que varían en cada cosa y a cada instante; por lo que te digo otra vez que no te ates nunca para servir a las damas, manejándote en todo con gran observación, pero en nada con sujeción y cortedad.
Por limpio que seas, nunca llegarás al extremo de que te sea defecto bochornoso el nombre de aseado; los dientes y las uñas debes restregártelas mucho y muchas veces al día, porque la boca sucia trae las fatales consecuencias de pudrirse la dentadura y los dolores de muelas; además de lo chocante que es para todos el pestífero olor que despiden inevitablemente los que se enjuagan después de comer; y las manos puercas, con uñas negras, largas o mordidas están diciendo que son de un hombre ordinario y miserable; en ninguna ocasión te limpies con los dedos las orejas ni las narices por no causar asco a los presentes, pues debes lavarte unas y otras cuando la cara, todos los días; y si te fuere preciso limpiarlas fuera de tu casa, hazlo con el pañuelo pues para eso le llevas; pero nunca jamás te pongas a mirar lo que has limpiado; la cabeza, los pies, en fin, todo el cuerpo debes tenerlo siempre tan limpio como si te hubieran de ir a reconocer las personas más escrupulosas de la corte; y finalmente, aún más que del aseo exterior de tu vestido has de cuidar del interior de la ropa blanca, por tu propia salud y por evitar la incomodidad a los que se te acerquen, teniendo presente la máxima de que quien es desastrado a los veinte años, será cochino a los cuarenta, y a los cincuenta, intolerable.
- Lección sobre las habilidades. Parte I.
- Lección sobre las habilidades. Parte II.
- Lección sobre las habilidades. Parte III.
-
6861

Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
El respeto que se debe al prójimo no permite, al hablar de alguien, golpearse la frente con el extremo del dedo para indicar que es una persona aferrada a su sentir y a su propio juicio
-
Fraseología urbana para las principales ocurrencias de la vida social.
-
Cuando un inferior escribe a su superior, o a una persona de dignidad y de respeto, debe escribirse la carta en pliego entero.
-
Cuando un caballero se pone el abrigo o se desembaraza de él o del bastón, paraguas, etc., para entrar en el salón, el criado debe ayudarle y estar alerta a la salida para abrirle la puerta.
-
El hombre juicioso sigue la moda sin afectación, y procura que se advierta más bien en su modo de vestir un buen gusto, que lo que se llama última moda.
-
Se llama inscripción el título que se da a los sujetos a quienes se escribe, y se pone al principio de la carta.
-
Para escribir acerca de las mujeres era preciso mojar la pluma en los colores del arco iris.
-
La distinción de las tarjetas consiste en ser de muy buena cartulina flexible, sin adornos, de una letra sencilla
-
El juego es una actividad social en el que las personas demuestran, como en la mesa, su buena o mala educación.
-
El bautismo y las obligaciones de los padrinos.
-
El uso lingüístico se convierte en un indicio semiótico capaz de connotar y de evaluar socialmente a los individuos
-
Pensamientos y sentencias breves de carácter doctrinal que se proponen sobre los buenos modales y la urbanidad.


