
La espalda, los hombros, el brazo y el codo. Posturas correctas y educadas
No es cortés, al andar, girar las espaldas a un lado y a otro como el péndulo de un reloj, ni poner una delante de la otra; esto denota un espíritu soberbio o una persona que se da tono
foto base stevepb - Pixabay
Mantener la compostura. Las posturas correctas y educadas
Aquella urbanidad
No es elegante encorvar el dorso, como si se tuviese un fardo pesado sobre las espaldas; hay que habituarse, y hacer que los niños tomen la costumbre de mantenerse derechos. Asimismo hay que evitar cuidadosamente el levantar las espaldas y aumentarse el busto, y hay que procurar no poner las espaldas de través, y de no bajar una más que la otra.
No es cortés, al andar, girar las espaldas a un lado y a otro como el péndulo de un reloj, ni poner una delante de la otra; esto denota un espíritu soberbio o una persona que se da tono.
Tampoco hay que girarse, ni tan sólo mover, por poco que sea, las espaldas cuando se habla con alguien, o alguien nos habla.
Es grandemente descortés el extender y alargar los brazos, torcerlos de un lado o del otro, tenerlos detrás del dorso o ponerlos a un lado, como a veces hacen las mujeres cuando están encolerizadas o dicen injurias a otras.
Te puede interesar: La postura correcta. Cómo sentarse bien. Cruzar las piernas
Tampoco hay que balancear los brazos al andar, incluso so pretexto, por este medio, de ir más aprisa, y andar más camino.
Tampoco se deben tener los brazos cruzados; es una modestia propia de los religiosos, no conveniente para los seglares. La postura que les sienta bien es el ponerlos hacia adelante, ligeramente pegados al cuerpo, teniendo las manos una sobre otra.
Es enteramente contrario a la cortesía el apoyarse con los codos, cuando alguien nos habla; lo es más hacerlo estando a la mesa, y es gran falta de respeto a Dios tener esta postura cuando se reza.
Guárdese bien de dar un golpe a alguien, o de empujarle con el codo, aunque sea por familiaridad o chanza; nunca se debe hacer esto cuando se quiere hablar con alguien, ni siquiera ponerle la mano sobre el brazo.
Es un modo de obrar muy rústico el rechazar a alguien que viene a hablarnos levantando el brazo como para pegarle, para alejarlo de nosotros, o empujándole torpemente con el codo; la mansedumbre, la humildad y el respeto al prójimo tienen que animar siempre nuestra conducta.
-
1478
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Un hombre joven no debe jamás ser el primero en ofrecer la mano a una mujer; cuando dos hombres se encuentran en un salón y no tienen intimidad, el de más edad debe ofrecer la mano al otro.
-
En el coche sube siempre la persona de más respeto; pero si tiene una sola puerta, se subirá de modo que a nadie se moleste.
-
Las niñas deben tener respeto a sus padres. abuelos, hermanos y, en general, a todo el mundo con el que se relacione.
-
Aunque pudiera extenderme mucho más en cada uno de los artículos de que os he hablado, de moral, virtud y urbanidad, contemplo que os he dicho lo bastante, para que seáis buenos, virtuosos y corteses.
-
La urbanidad exige que cuando se está sentado se tengan las rodillas en su postura natural.
-
Dedicatoria el niño Enrique de Borgoña.
-
De la urbanidad en las maneras de los niños.
-
Es suma descortesía hacer uso de la superioridad de modo que quede ofendido el amor propio de los inferiores infundadamente.
-
La presentación se hace indicando el nombre de la persona presentada y sus títulos a aquella a quien se presenta.
-
Nunca hay que comenzar a jugar con una persona de rango muy superior sin que ella lo pida.
-
Cuando nacen las sociedades sin que aun haya nacido el gobierno, el individuo que no puede alcanzar por sí mismo una venganza cumplida, empeña a sus amigos a que se le unan.
-
La dignidad en los modales son la prueba de la buena crianza, porque tanto se falta a ella por carta de más, como por carta de menos.