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Las relaciones entre novios. Parte segunda
En la comida llamada de petitorio, ofrecida por los padres de la novia, deben reunirse los miembros más próximos de su familia
foto base StockSnap - Pixabay
El noviazgo. Regalos y petitorio
Aquella urbanidad
En cuanto a regalos de más valor, el primero que está autorizado a hacer el novio es la sortija de desposorio, primer anillo de la cadena que ha de unirlos para toda la vida. Otras veces se exigía que esta joya fuese siempre de perlas o brillantes. Hoy se tolera todo, pero son de aconsejar esas mismas piedras. Las perlas, especialmente, son las joyas que convienen mejor a las jóvenes, no tanto por su valor intrínseco como por su color y su pureza, que las hace un símbolo encantador.
Este regalo debe ser hecho el día de la comida de novios, que es costumbre ofrezcan los padres de la joven para participar a sus amigos el próximo enlace de su hija. En varias partes hay la costumbre de que los padres de la joven pedida en matrimonio envíen cartas a sus conocimientos, concebidas en estos términos:
"El señor y la señora de ..... tienen el honor de participar a usted el próximo enlace de su hija Matilde con don Juan Jiménez". (Y a continuación los títulos de ingeniero, doctor, etcétera).
Esta costumbre es encantadora cuando nada viene a turbar el dulce sueño de ventura; pero en caso de terminar las relaciones, es muy doloroso a la joven tener que dar a todos una explicación penosa.
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La comida de 'petitorio'
En la comida llamada de petitorio, ofrecida por los padres de la novia, deben reunirse los miembros más próximos de su familia, el futuro yerno, sus padres y los amigos íntimos. Se dará a esta comida todo el realce posible; las flores guarnecerán el comedor y la mesa, y el servicio, los manjares y los vinos no han de dar pasto a la crítica.
Los dos prometidos se colocan uno al lado de otro en uno de los extremos de la mesa, pues los puestos de honor se reservan a los padres del novio. Cerca de los postres, en el momento en que nadie se ocupe de ellos, el futuro marido ofrecerá la sortija a su prometida con algunas palabras afectuosas. Cuando ella admire la joya, le pedirá el permiso para colocársela en el dedo, y puede besarle la mano con delicadeza al acabar tan grata tarea.
"Los dos prometidos se colocan uno al lado de otro en uno de los extremos de la mesa, pues los puestos de honor se reservan a los padres del novio"
Como protagonista, en la cual se fijan todas las miradas, la toilette que en estas circunstancias ha de vestir la novia reclama grandes atenciones para distinguirse por su buen gusto; un traje claro, ligero, de forma sencilla, es lo más recomendable. Los encajes, la seda, el terciopelo y los adornos la harían aparecer como una coqueta pródiga y frívola. Nada es más seductor ni más en consonancia con la gracia y encanto virginal que un vestido blanco, de tejido sencillo y forma lisa y seductora.
Cuidado con las joyas que se regalan
De la misma manera podría aconsejarse la ausencia completa de joyas, a no ser de poco valor material y gran mérito artístico. Sin embargo, este rigor, que parecerá excesivo a las jóvenes, no es obligatorio, y pueden permitirse un brazalete, una sortija, un broche pequeño, los aretes y el reloj, siempre que no se abuse. La novia puede llevar algunos adornos en los cabellos y en el pecho una flor del bouquet ofrecido por el futuro.
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Se necesita mucho tacto de parte de los jóvenes prometidos para saber conducirse en público. Jamás han de perder de vista que son el blanco de la sociedad y que todos sus actos se prestan a la crítica de los asistentes. Así es que tienen que evitar los frecuentes apartes y los cuchicheos, para aparecer sencillos, cordiales, esforzándose por atender a todos y no monopolizar la conversación.
La novia no debe privarse de aceptar las invitaciones que se le hagan para bailes y fiestas, siempre que se invite también a su futuro, circunstancia que tendrán en cuenta los amigos de la familia para reunir a la dichosa pareja.
Relaciones sociales, no solo con la pareja
Una vez en sociedad o en baile, será de mal gusto aislarse en un salón o retirarse a conversar, revelando con miradas excesivas y actitudes coquetas el grado del afecto que se inspiran. Se comprende que bailen juntos con preferencia, pero sin olvidar que se deben también un poco al mundo, para no negarse a bailar con los amigos de una y de otro. Si el novio ha de ofrecer el brazo a su futura para salir con ella porque ya otras personas hayan dado el suyo a las señoras que la acompañan, debe primero solicitar permiso de la madre o de quienes hagan sus veces.
De la misma manera, en caso de ausencia, ha de pedir autorización a los padres para escribirse con su amada.
Lo más correcto es que la joven muestre las cartas que recibe y las que escribe a su madre, pero no se debe olvidar que hay un cierto pudor en inmiscuir a los padres en las expansiones del amor. Así, a una joven bien educada que observa siempre las reglas de severa moral, puede dispensársela de esta inspección a su correspondencia íntima, en la seguridad de que no cometerá infracciones de las leyes del pudor y la reserva.
- Las relaciones entre novios. Parte primera.
- Las relaciones entre novios. Parte segunda.
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