![Logo Protocolo y Etiqueta](https://www.protocolo.org/extra/desimg/xcombined_proto_logo_idx_462x60.png.pagespeed.ic.5ZOHUrny0M.png)
Cultura y protocolo.
El comportamiento en los espacios públicos requiere de un mínimo conocimiento de las reglas de la buena educación.
Cultura y protocolo.
Los protocolos son, por supuesto, arbitrarios y convencionales. Pero a ningún empresario, diplomático o funcionario gubernamental se le ocurriría concurrir a una cena sin haber averiguado primero el uso aceptado -en esa comunidad- de los cubiertos para pescado o de servilletas, copas y mondadientes. Y, desde ya, si fuera a la cancha por primera vez, se preocuparía por saber de antemano usos y costumbres, tanto en cuanto a la vestimenta adecuada como a las cosas que debería o no gritar en tal circunstancia.
Por algún motivo, la concurrencia a conciertos de música clásica no despierta en cierto sector social los mismos pruritos. Tanto en los conciertos organizados por el Colón, a los que concurre una profusa pléyade de invitados cercanos al partido gobernante en la ciudad, ligados a la política, la economía o la farándula, como en los del Mozarteum Argentino (con una notable diferencia entre los asistentes al primer ciclo, que incluye a los patrocinantes, y los del segundo, infinitamente más civilizados) se observan conductas que, de no ser realmente molestas para el público que concurre a escuchar música, podrían ser pintorescas y hasta graciosas, desde las toses y carrasperas que decoran cada pianissimo musical, y los celulares, que sus propietarios no juzgan necesario apagar, hasta sorprendentes botellitas plásticas de agua que, como si se tratara de un gimnasio, los yuppies del caso abren y cierran y manipulan durante el concierto. Y, obviamente, los consabidos aplausos fuera de lugar.
Se trata, simplemente, de una convención que, además, no es inmutable. En la época de Mozart se aplaudía después de cada movimiento e, incluso, en las partes de la obra que el público consideraba adecuado festejar. Pero hace unos ciento cincuenta años que no es así. Desde la cristalización de la idea de la obra musical como relato integrado, los aplausos se reservaron para el final. Bastaría como ejemplo el cuento genial en que la escritora Carson McCullers narra cómo la vida social de un empeñoso prohombre sureño se termina cuando aplaude al final del primer movimiento de una sonata de Chopin, en un concierto que, para colmo, había patrocinado. Ninguna de estas transgresiones a las normas de comportamiento convencionales durante un concierto son graves en sí. Y, por cierto, serían incluso saludables si se tratara de conciertos populares y revelaran la asistencia de un numeroso público nuevo. Pero, tratándose de un sector social que se jacta de su conocimiento y respeto de ciertas convenciones, sería deseable que ampliara su celo a las que atañen a la cultura. No estaría de más que el Mozarteum repartiera a sus invitados un instructivo al respecto. Y, de paso, también sería tiempo de que el Colón contemplara la posibilidad de inhabilitar, tal como se ha hecho en otros teatros del mundo, la señal de celular en su interior.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Las instalaciones de los aeropuertos no son un espacio para tomarlo como propio, como si fuera nuestra casa
-
Un gimnasio o centro deportivo es un lugar donde se comparte tanto un espacio común como una serie de elementos o aparatos que hay que cuidar y tratar bien
-
Todo comensal debe tener un comportamiento correcto y dar un buen trato a los empleados que le atienden
-
El automóvil es un vehículo que transforma a las personas, en muchas ocasiones, en maleducados, groseros e impacientes. Cambia el carácter de muchos conductores sin saber bien porqué
-
Las gafas de sol, en la mayor parte de los casos, tienen una función de protección de las exposiciones al sol de nuestros ojos
-
En las grandes ciudades no es nada extraño observar como algunas personas comen sentadas en un banco, en unas escaleras o simplemente a la sombra de un árbol en un parque
-
Hacer cola no es una actividad que goce de muchos fans. A casi nadie le gusta hacer cola y perder el tiempo
-
A pesar de que la informalidad ha ganado mucho terreno en la vida social de las personas, las normas de educación y de buenas costumbres siguen teniendo vigencia.
-
Aparcar un coche en determinados espacios puede resultar realmente complicado. Si encima lo hacemos de manera incorrecta, aún peor
-
Los establecimientos de comida rápida, como su nombre indica, llevan su propio ritmo a la hora de comer y a la hora de pedir y degustar su menú
-
Algo tan cotidiano como andar puede revelar muchos detalles sobre nuestra personalidad
-
Una sala de cine es una espacio común que comparten muchas personas que deben atenerse a las normas de la sala y a las reglas básicas de la buena educación