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La primera impresión.

"No hay una segunda oportunidad para dar una buena primera impresión". Una sentencia tan rotunda como superficial.

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Traje de caballero.
Traje. Traje de caballero.

Una afirmación un poco exagerada que pone de manifiesto la superficialidad de la sociedad y del propio protocolo, en algunos casos. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, un conocimiento más profundo de la persona que vaya más allá de su aspecto.

Todo lo que hacemos influye en nuestras relaciones con los demás. Una cosa es cómo hacemos las cosas, cómo las llevamos a cabo y otra distinta es cómo pueden ser interpretadas esas acciones por los demás.

El tono de voz, la manera de andar, de moverse, la postura al sentarse, la forma de saludar, los gestos ... todo contribuye en su conjunto a ser interpretado por los demás de muy diversa manera.

Tareas tan cotidianas como bajar una escalera, tomar un café, hablar con otra persona, saludar a un amigo ... dicen mucho de nosotros, mucho más de lo que podemos pensar en un principio.

"Hay que aprender a valorar a las personas por diversos aspectos, no solo por su exterior"

Una buena primera impresión, es importante, pero solo es la primera "capa" que debemos valorar en su justa medida. Es la "capa" más superficial que puede inducir a muchos engaños.

Hay que aprender a valorar la naturalidad de las personas, frente a las actitudes artificiales y falsas. Hay que valorar los comportamientos, los conocimientos, las iniciativas, los gestos amables ... en definitiva hay que valorar a las personas por algo más que por su aspecto exterior -que también tiene su importancia-.

Quedarse en esa primera impresión dice muy poco de la persona que hace valoraciones o emite un juicio prematuro sin ir más allá y sin conocer otros aspectos mucho más importantes que la simple "capa" exterior del aspecto.

 

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