
Lección sobre el carácter.
No hay cosa tan delicada como el carácter moral, y en nada debe ser uno tan interesado como en conservarle puro.
El carácter.
El hombre que no tiene formado y decidido un carácter de verdad, probidad, buen modo y buena moral cuando se presenta en el mundo, bien podrá lucir y deslumbrar, pero será por muy corto tiempo, como los meteoros, pues se verá bien pronto desvanecido con desprecio; porque las gentes disculpan con facilidad en los jóvenes los defectos propios de los sentidos, pero no perdonan el más pequeño vicio del corazón .
El carácter moral de un hombre no basta que sea puro, es menester que sea sin sospecha; pues la más leve duda, la menor tacha es muy fatal; nada degrada ni envilece tanto como ser notado de mal carácter, porque excita y reúne la detestación y el menosprecio.
Sin embargo hay en el mundo hombres tan abandonados que se burlan de todas las nociones de moral, sosteniendo no haber más moral que la política, y que todo depende de las costumbres y circunstancias en que uno se encuentra; los hay tan perversos que hacen vanidad de propalar estas absurdas e infames ideas, sin creerla ellos mismos.
Evita cuanto puedas la compañía de tales gentes, porque siempre toca algún grado de su descrédito y vileza, a los que les tratan; pero como alguna vez casualmente puedes concurrir con ellos, te suplico que tengas gran cuidado de que ni la complacencia ni el buen humor ni la libertad de la mesa, hagan nunca creer a los circunstantes que tu condesciendes, y mucho menos que apruebas o aplaudes doctrinas tan escandalosas; también te recomiendo que no te metas en disputas, ni entres en serios argumentos sobre tan detestables asuntos, contentándote con decirles, que sabes no hablan con formalidad, que tienes de ellos mejor opinión de la que quieren que formes en aquel momento, y que estás segurísimo que no practicarán la moral que entonces ostentas; pero en separándote de ellos, señálalos en tu memoria, para huirles siempre.
"Declárate siempre el amigo de la virtud, aunque jamás el predicador"
No hay cosa tan delicada como el carácter moral, y en nada debe ser uno tan interesado como en conservarle puro; porque el hombre en quien se sospecha que caben la injusticia, la malignidad, la perfidia, la falsedad, etc. aunque por otra parte tenga los mejores conocimientos y las mejores partidas, nada será bastante a procurarle estimación ni respeto; por consiguiente te encargo el más escrupuloso miramiento a tu carácter moral, y el mayor cuidado a no decir ni hacer cosa que pueda, ni aún por asomo, mancharle; declarándote siempre el amigo de la virtud, aunque jamás el predicador. Al hombre más encenagado en los vicios, y con el mayor apego a sus malas costumbres, le oirás desear buena fama y buenas ausencias; con que si un pícaro anhela por ser creído hombre de buen carácter, no es imaginable que un hombre honrado le descuida o desprecie.
Sobre todo no tengas más que una palabra, porque el no mantenerla es una necedad, un desdoro y un delito; es una necedad, porque nadie se fiará de ti en adelante; es un desdoro, porque tú mismo te desacreditas para siempre; y es un delito, porque la verdad es el primer deber de la religión; y así el que no se tiene por hombre de palabra, no se cree que pueda tener ninguna otra buena cualidad, y es detestado con razón de la confianza de los hombres honrados; y así te repito que seas muy celoso de la pureza de tu carácter moral, pues jamás atacan la difamación y la calumnia donde no hallan algún flaco o algún fundamento; y aunque es verdad que siempre aumentan los defectos, pero jamás los crean de nuevo.
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