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Cortesía con los amigos. I
Las amistades suelen ser más verdaderas en los tiempos turbulentos que en los tranquilos. Es cuando se comprueban quiénes son los buenos amigos
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Los beneficios de tener buenos amigos
Las opiniones y deseos idénticos y la confianza y estimación recíprocas constituyen la amistad. La mudanza en cada uno de estos cuatro elementos explica por qué se forman y por qué se disuelven las amistades, por que se robustecen o debilitan, se enfrían o se hacen más ardientes. La identidad en las opiniones y en los deseos puede ser total o parcial.
Cuando la estimación es fuerte, la diversidad parcial en las opiniones y en los deseos no rompe la amistad.
Es positivo que el sentimiento de la amistad no puede subsistir ni aun nacer entre caracteres incompatibles, mas esta incompatibilidad no siempre es hija de su diferencia, sino muchas veces de su excesiva conformidad. Por esta razón dos hombres igualmente irritables, igualmente coléricos, igualmente contradictorios no pueden sostenerla mucho, ni sufrirse mucho tiempo, mientras que se entiende muy bien con ellos un hombre de carácter dulce, moderado y complaciente.
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Las amistades suelen ser más verdaderas en los tiempos turbulentos que en los tranquilos. Cuando en medio de los riesgos públicos la fuerza del gobierno no proteje bastante a los ciudadanos, éstos se protegen por sí mismos, asociando sus fuerzas. El íntimo deseo de salir ilesos de la borrasca hace muchas amistades. Disminuyendo los peligros públicos crece la potencia del gobierno, y entonces muchas amistades se enfrían y se disuelven. La debilidad y la escasez de amistades en los tiempos modernos comparados con la edad media, prueban aumento de reposo y de tranquilidad pública.
En la juventud las amistades suelen ser ardientes pero poco duraderas, porque los deseos son en esa edad muy inconstantes. Un hombre puede conservar amigos en las desgracias, principalmente si sabe sufrirlas con valor; mas si pierde la estimación pública por acciones infamatorias, entonces se queda solo y aislado. Entre las personas doctas que no son rivales, la amistad suele ser fuerte y duradera, porque la estimación que se profesan es grande y duradera. Se puede tener grandes defectos y no obstante conservar amigos, si se poseen grandes prendas, esto es, si a despecho de los defectos se tienen verdaderos derechos a la estimación pública. A medida que las personas suben a una posición más elevada van perdiendo amigos, porque la confianza mengua a proporción que crece el respeto; aun prescindiendo de que la elevación trae consigo la realidad o la apariencia del orgullo que ofende a la amistad.
La sensibilidad de ésta se extiende a todo lo que directa o indirectamente pertenece al amigo; la propiedad, el honor, la esposa, los hijos, los criados, todo se encuentra dentro de la esfera de aquel delicioso sentimiento y despierta particular interés. La indiferencia por las cosas y personas que pertenecen al amigo prueba que la amistad no existe.
Cuando en el amigo se verifica algún cambio, esto es, que se convierte en adulador, o bribón, o traidor a los mismos a quienes profesaba mucho afecto, experimentamos una pena mucho mayor que los placeres de que nos habíamos formado una confusa idea o concebidas esperanzas. Y como en concepto del público pasamos por ignorantes a causa de la mala elección que habíamos hecho, y tememos que se nos atribuyan los mismos sentimientos, somos los primeros en desacreditarlo y en referir sus faltas. Lo mejor sería no hablar de ello, a fin de que nuestro enfado no se atribuya más bien a nuestra vanidad ofendida que a la maldad del otro.
El odio además es un sentimiento penoso y muchas veces injusto en su principio, siempre cruel en sus consejos y excesivo en sus efectos. Nunca deben echársele en cara al amigo traidor los beneficios de que se le haya colmado, no deben descubrirse los secretos que haya confiado, ni hacer blanco de las burlas las debilidades que se le conocieron, sino que uno ha de decir para consigo: "Fui poco advertido en la elección, y es justo que pague la pena de mi torpeza".
La igualdad de empleos, la frecuencia de asistir a una misma mesa, la analogía de gustos, la costumbre de encontrarse en las mismas reuniones, la mancomunidad de intereses y quizás de vicios, pueden formar conocidos, compañeros y cómplices, mas no bastan para formar amigos. Estos grupos sociales cuya base son relaciones exteriores, servicios materiales y momentáneos, y que por lo mismo se forman y disuelven con ellos, son infinitamente diversos del vínculo de la amistad que aumentan y estrechan la estimación, la confianza y las necesidades del ánimo.
- Cortesía con los amigos. I.
- Cortesía con los amigos. II.
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