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Cartas comendaticias -de recomendación-.
Cartas utilizadas para recomendar a un sujeto por sus méritos poniendo de manifiesto sus buenas cualidades.
Cartas comendaticias -de recomendación-.
Llámanse así las cartas en que sé recomienda a una persona. Estas pueden tener varios objetos, aunque sean todas a un mismo fin dirigidas.
Unas veces se recomienda a un sujeto, que no teniendo en sí mérito alguno, debe suplir esta falta la protección del que lo recomienda. Otras veces no hay necesidad de suplir este defecto, por ser de suyo apreciable el recomendado, y en tal caso no hay más que hacerlo conocer, poniendo de manifiesto las buenas cualidades que lo adornan. Otras veces es preciso reunir el favor a la manifestación de los méritos; para que todo coadyuve a dar mayor realze al recomendado.
En cualquier caso, siempre debe irse con la verdad por delante; y vale más, algunas veces, excusarse a dar recomendación a un sujeto que no lo merece, que no aparentar prendas que no tiene, o exponer a que se le de un lugar, o tal vez una colocación de que no es digno, y cuyas obligaciones no podrá desempeñar debidamente; pues esto sería defraudar al personaje a quien la recomendación se dirige, y quizás al Rey, a la religión, y a la patria.
También suelen recomendarse asuntos particulares, ya propios, ya ajenos; bien sea solicitando gracia, o queriendo que se haga justicia. Para lo uno han de exponerse los méritos sobre que debe recaer la gracia, y para lo otro los derechos que reclaman la justicia. En ambos casos es muy bueno resumir todo lo posible, pues de lo contrario podría fastidiarse la persona a quien se quiere inspirar interes en el asunto; porque es fácil extenderse nimiamente cuando habla uno de negocios que le interesan, sin advertir, que el otro que no toma en ellos tanta parte, en vez de complacerle su lectura, esté expuesto a que le cause tedio. Esto es lo que dijimos, que era acordarse tan solo de sí mismo, y olvidarse de la persona a quien se escribe.
Cuando se da a uno carta de favor para algún personaje, la urbanidad exige entregarla abierta; y no hablar en ella de otros asuntos más que de recomendar al portador que debe entregarla.
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