Un invitado, una fiesta y una manera de comportarse.
Es necesario seguir algunas reglas que hacen que la vida sea más llevadera, más armoniosa y quizás, porque no, más tolerante.
Un invitado correcto.
Abre el correo y, ¡oh! qué sorpresa, recibe una invitación. Desde ese mismo momento hay que poner en marcha la maquinaria de las llamadas "normas sociales" o "buenas maneras". Esas reglas que hacen que la vida sea más llevadera, más armoniosa y quizás, porque no, más tolerante.
Hablamos de comportamientos educados. Nada de estiradas y pomposas reglas o caducas normas que solo darían rigidez a nuestras vidas.
Lo primero. Contestar a la invitación, aceptando o declinando su asistencia al evento al que ha sido invitado. Las contestaciones cuanto antes se hagan mejor, pues los anfitriones cuentan con más tiempo para realizar las acciones o los cambios que consideren oportunos. Se suele contestar por el mismo medio que ha sido recibida la invitación, salvo que en la misma se indique otra opción.
El vestuario. Si la invitación no indica nada al respecto, cuenta con una relativa libertad para elegir el vestuario que desee, siempre ateniéndose a los criterios que rigen el buen gusto y el sentido común. Hay que vestir acorde al evento, a la hora en que se celebra y a la época del año en que se encuentra. Si tiene dudas, puede consultar con los anfitriones acerca de la "etiqueta" del evento. Recuerde, si es una boda, no trate de resaltar más que los propios novios. Una cosa es ir arreglado, y otra querer ser el centro de atención. No les estropee su día.
Llega el día de la fiesta. Hay que demostrar que somos unas personas bien educadas.
Puntualidad.
La hora fijada en la invitación es la hora de llegar y mejor un minuto antes que uno después. La leyenda sobre el supuesto "glamour" de la impuntualidad es una tontería, no tiene nada de "especial" llegar tarde. Es, simplemente, mala educación. Otra cosa son las invitaciones con un horario "recomendado". En este tipo de eventos se marca una hora de comienzo para que los invitados empiecen a llegar a partir de esa hora de forma escalonada y dar un margen holgado de tiempo a que vayan llegando poco a poco.
Regalos.
Si es un evento particular, no institucional o de carácter similar, siempre es de buen tono llevar un pequeño obsequio a los anfitriones.
Algo sencillo, donde es más valorado el detalle que el precio o importancia del regalo. Un regalo de este tipo no debe ser ostentoso o de un valor económico muy alto. Sería una ofensa y una falta de tacto. Una botella de un buen vino, algún dulce especial de esos que confeccionan las estupendas confiterías que hay en casi todas la ciudades, un libro, etc. El obsequio debe darse a los anfitriones al llegar a su casa. Si es algo de comer o de beber, no hay que ponerles en el compromiso de probarlo o tenerlo que ofrecer durante esa velada.
Presentaciones.
Salvo que sea un evento multitudinario, las presentaciones las realizan los anfitriones. También, en el caso de tener otros conocidos entre los invitados, éstos pueden hacer las correspondientes presentaciones de amigos, familiares o conocidos comunes. No siempre los anfitriones pueden estar al tanto, sobre todo cuando el número de invitados es alto. El saludo, salvo para conocidos o familiares, debe ser un sencillo y cordial apretón de manos. Firme y breve. Y nada de poner la otra mano encima para reafirmar el saludo.
Si es su costumbre, a las señoras, las puede saludar tomando su mano, que levanta ligeramente, mientras hace una pequeña inclinación de cabeza (sin llegar al besamanos). Los dos besos en las mejillas quedan reservados para amigos cercanos y familiares. El orden de las presentaciones: el joven al de más edad, el hombre a la mujer y el de menor importancia al de mayor importancia (rango).
Comportamiento durante la comida.
Como en cualquier otro ámbito de la vida, el comportamiento debe ser todo lo educado que se espera de una persona adulta. Comer y beber con moderación. Charlar amigablemente sin tocar temas polémicos o que puedan suscitar discusiones. Pedir las cosas "por favor" y responder con un "gracias" por el favor recibido. Procurar, salvo que sea necesario, no levantarse de la mesa a media comida. Pedir disculpas por ello, si debe ausentarse un momento.
Despedidas.
Despídase de los anfitriones y de los presentes, si no es un encuentro demasiado multitudinario. Si hay mucha gente, puede despedirse de las personas más conocidas o cercanas. Los anfitriones siempre deben contar entre las personas de las que hay que despedirse. Agradezca la invitación de palabra y dedique algunos elogios a la organización. Si no le ha gustado mucho, mejor es callar. Nada de críticas, y menos aún, en ese momento.
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