Contestación de S.M. la Reina Regente al discurso de Sidi Abd El Sadok.
Interpretando los sentimientos del pueblo español, el Rey Alfonso atendía con interés a todo cuanto se relacionara con la prosperidad y bienestar de los dominios de S.M. Sherifiana.
S.M. la Reina Regente se dignó contestar, al discurso de Sidi Abd El Sadok, dando lectura al discurso siguiente:
Señor Embajador:
Habéis invocado un recuerdo para Mí bien amargo al hablarme de la muerte de Mi muy Amado Esposo, y habéis hecho justicia a la sincera amistad que el Rey Alfonso profesaba a S.M. Sherifiana, al hacerme presente el alto aprecio en que el Rey de Marruecos tenía esta amistad.
Interpretando los sentimientos del pueblo español, el Rey Alfonso atendía con interés a todo cuanto se relacionara con la prosperidad y bienestar de los dominios de S.M. Sherifiana.
Por respeto a la memoria de Mi Esposo y por convicción propia, puesto que así lo demandan los sentimientos del pueblo español, Yo me propongo continuar esa política, comenzando por devolver a S.M. Sherifiana el fraternal saludo que me envía por vuestro conducto.
Cualesquiera que sean las contingencias que Dios reserve en Sus altos juicios a los dos pueblos, podéis dar a vuestro Soberano las seguridades de Mi estimación, que represéntalos sentimientos de la Nación española, mientras Yo quedo haciendo votos por la prosperidad del Imperio marroquí.
Terminado el acto, los Embajadores ofrecieron a S.M. los regalos enviados por el Emperador, que estaban sobre unas mesas en la habitación llamada Saleta de Carlos III. Consisten en telas y tapices, ricamente bordados de oro, arneses y sillas de montar, y babuchas de finísimo cuero con bordados de oro y seda.
La Embajada se retiró con el mismo ceremonial con que fué recibida, disolviéndose la comitiva en el mencionado hotel.
El Embajador, acompañado del Sr. Zarco del Valle y conducido en un carruaje, hizo las visitas de etiqueta al Presidente del Consejo y al Ministro de Estado.
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