
Las habitaciones de la casa.
El equipamiento de las habitaciones de una casa, sus muebles y enseres. Su cuidado.
Las habitaciones de la casa.
El primer grado de riqueza de una sala consiste en estar colgada de tercippelo o labrado, tener espejos que cubran sus paredes de arriba a bajo, un magnífico cielo raso pintado, lujosos divanes de seda, pavimento de caoba, etc.; el segundo en estar pintada al fresco, ostentando columnas y espejos intermedios, un pavimento de roble con adornos, confidentes y sillones de seda cubiertos; el tercer grado se limita a un papel atercipela, una sola otomana o sofá de casimir o paño estampado, etc.; y el cuarto, por último, a un sensillo papel pintado, sillones y sillas de terciopelo de Utrech o cerda y todos los demás objetos en proporción.
En los dos primeros se cubre enteramente el suelo en invierno de magníficas alfombras; en los otros dos solohay esteras de más o menos precio y una alfombrita delante del sofá.
No describiremos los accesorios de un salón opulento porque esta es cuestión de lujo y gusto. Los floreros, los candelabros de bronce, los relojes, las lámparas, las consolas, las pinturas, las cortinas, los pianos, cuanto constituye, en fin, el adorno de la principal habitación de la casa, todo varía según las localidades, la moda y el capricho de los propietarios. Nada aportaremos acerca de los objetos que pueden tener cabida en una sala decorada con medianía.
En el adorno de la alcoba o cuarto de dormir reinará siempre la mayor sencillez; la cama, sin embargo, requiere un cuidado particular. Para que sea completa, debe componerse de un colchón de cerda, dos de lana y un plumón colocado en medio de estos últimos; o bien de un gergón de paja, de un colchón y un plumón, en cuyo caso, aunque algo menos buena que la anterior es, en cambio, mucho más barata.
Las mantas se sacudirán fuertemente por la mañana en las ventanas, si el tiempo lo permite, y las sábanas quedarán expuestas al aire por algún tiempo; esta es una medida de higiene recomendada por los mejores médicos, y cuya razón se concibe muy bien. Las emanaciones del cuerpo, la insensible traspiración, el sudor, no deben percibirse en la ropa del lecho, si este ha de ser todo lo sano que pueda apetecerse, por lo cual varios profesoresde higiene aconsejan no echar las sábanas en la cama hasta el momento de hacerla por la noche; pero esto sería una sujeción desagradable cuando basta sacudirlas y airearlas, como queda dicho, en la ventana.
Los colchones se levantarán todas las mañanas y el gergón bastará removerle cada ocho o quince días. En la colcha, guarniciones de sábanas y almohadas, almohadones, etc., puede ostentarse todo el lujo que se quiera; pero si esto no es posible, debe reinar por lo menos la más esmerada limpieza. Un armario grande con perchas, una mesa de noche, un lavabo, un pequeño tocador, una lamparilla y algún otro objeto menos necesario son los únicos muebles que tienen cabida en el cuarto de dormir.
El despacho del amo de la casa jamás debe ofrecer un aspecto tan elegante como la pieza de labor de la señora. Algunos estantes para libros, sillones de cerda negra, un reloj y una mesa de despacho con su correspondiente escribanía y demás accesorios bastan para alhajar esta habitación.
Respecto a las piezas de labor y tocador del ama de casa, al buen gusto de ésta corresponde decorarlas como mejor le parezca , y según los medios de que pueda disponer.
Todas estas habitaciones se barrerán y limpiarán diariamente, pasando un paño de lana por los muebles, los cuales se cuidará de no exponerlos a la humedad ni al sol. Entre el barrido y la limpieza debe mediar un corto intervalo de tiempo a fin de que se asiente el polvo que se levanta.
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