Letizia, los privilegios y el protocolo
Mucho se ha escrito esta semana sobre la visita que el nuevo Jefe del Estado español y su inefable esposa realizaron al Papa Francisco
Letizia, los privilegios y el protocolo
Jose A. de Urbina fue un ilustre diplomático que no solo desempeñó varios cargos en Europa y América, sino que también fue Jefe de Protocolo del ministerio de Asuntos Exteriores e Introductor de Embajadores. Tan rica experiencia la plasmó en numerosos libros sobre las reglas de oro para comportarse en público quienes tienen la obligación de saber hacerlo. Según Urbina, el protocolo es una disciplina que, "con realismo, técnica y arte", determina las formas bajo las cuales se realizan actividades importantes.
" Solo los tontos se burlan del protocolo olvidando que simplifica la vida ", escribe en una de sus obras. Mucho se ha escrito esta semana sobre la visita que el nuevo Jefe del Estado español y su inefable esposa realizaron al Papa Francisco . Se trata del primer viaje oficial al extranjero tras la proclamación. Ha sorprendido que Letizia no cubriera su cabeza, si no con peineta, al menos con mantilla blanca, como el traje, privilegio de las reinas católicas. No vale que se haya explicado que, por tratarse de una visita privada, no era obligado.
Más bien va a ser que sí: el numeroso séquito demostraba que la audiencia no lo era. Felipe y Letizia visitaron a un Papa, Juan Pablo II , por primera vez en junio de 2004, días después de su boda. En aquella ocasión, lo hizo vistiendo ella traje largo negro, mantilla y peineta. Me consta que no le gusta la teja. Lo demostró en la segunda visita, en esta ocasión a Benedicto XVI , con motivo de la beatificación de Juan Pablo II. Aunque era oficial, prescindió de peineta y mantilla.
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Cada una a su aire.
Desde que Pío VII estbleciera tanto el "privilege du blanc" como las normas sobre la vestimenta de las mujeres que visitan al Papa, este protocolo se ha relajado mucho. Como nunca ha sido estrictamente obligada su aplicación, las damas han acudido vistiendo a capricho. Incluso en ceremonias tan solemnes como la coronación de Benedicto XVI. Si en esta ocasión Letizia asistió como el protocolo aconsejaba, algunas otras, como la presidenta de Irlanda, lo hicieron de calle.
En una audiencia en 2006 del Papa a Cherie Blair, la esposa entonces del Premier británico vistió de blanco. Aunque es católica no era reina. Como prueba de respeto a la figura del Papa, tanto en visitas oficiales como en privadas, casi obligado es cubrir la cabeza con un velo. Hasta la hija de Kruschev, Rada, lo hizo cuando Juan XXIII la recibió, en compañía de su esposo Adjubei, el 7 de abril de 1963 en sus aposentos vaticanos.
La dama soviética, que portaba un mensaje personal de su padre para el Pontífice, se cubría la cabeza con un velo negro. Como deferencia y respeto. Aunque Letizia se comportó, en este último encuentro, con "realismo, técnica y arte", que diría Urbina, no logró hacer correctamente la reverencia al Papa. Cuando se despidió, en vez del inicio de una perfecta genuflexión se quedó como en cuclillas, como si se dispusiese a sentarse. Es la opinión de un experto.
Ausencias y presencias
Se dice que el tormento de la presencia es peor que el de la ausencia. Eso debieron pensar quienes confeccionaron la lista de invitados a la recepción en el Palacio Real , con motivo de la proclamación de Felipe VI. El visto bueno a dicha lista debió darlo Letizia como anfitriona consorte. Pero no se explica la decisión de no invitar a ningún periodista de la prensa del corazón. Nadie como ellos, tan cortesanos, han mimado, cuidado y protegido su imagen, haciéndola más asequible y popular.
Posiblemente se pensó que la presencia de éstos, algunos muy famosos, podía poner una nota de frivolidad que Letizia deseaba evitar. Por el contrario, sí estaba Isabel Preysler . Todo el mundo pudo verla haciendo un marcado plungeon cuando, hace unos años, la propia Letizia, personalmente, la borró de la lista de invitados a una cena de gala en el Palacio Real que los Príncipes de Asturias ofrecieron, el 30 de marzo de 2011, al príncipe de Gales. Olvidando que su presencia la había solicitado el propio príncipe Carlos. Pero la consideraba muy frívola.
Lope de Vega escribió que el principio de la ausencia puede ser como el fin de la amistad. Motivos tiene Enrique Cerezo , el gran presidente de ese gran club de fútbol que es el Atlético de Madrid. Aunque siempre se ha dicho que este club es el preferido de Felipe VI, no lo ha demostrado: su nombre no figuraba en la lista de invitados a la recepción (gracias, querido Roberto, por la información). No así el del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez . Hay olvidos que merecen una satisfacción. Y, en todo caso, una explicación.
No es serio
Las tabletas se han convertido en un sucedáneo de los móviles aunque más agresiva. Frecuente es ver a los tertulianos de la televisión enfrascados, cada uno, en la lectura de su tableta, sin respeto ni atención al compañero que habla. Felipe y Letizia, apasionados de las tecnologías más avanzadas de la información, se dedicaron durante el viaje oficial en el Ave a Valladolid, a leer sus respectivas tabletas, mientras los acompañantes, con quienes compartían mesa, intentaban mantener con ellos una conversación. Mal ejemplo. No es serio. Hoy, quien no tiene tableta, parece como si no fuera nadie. Después de ver a Felipe y Letizia, menos todavía.
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