
Urbanidad con el prójimo.
Debemos respetar a nuestros semejantes, y evitar que exista cualquier tipo de enemistad o rencor.
De lo que debemos al prójimo.
Salidos de la mano de Dios e hijos de la misma sociedad, leemos escrita en la lista de nuestros deberes la obligación especial de ayudarnos recíprocamente, y de ejercer las obras de la caridad religiosa.
Debemos amarnos mutuamente, porque Dios siendo nuestro padre quiere que no exista absolutamente entre nosotros ninguna especie de enemistad ni rencor, mira a todos sus hijos con igual cariño, dispone que luzca el sol tanto sobre los buenos como sobre los malos, protege la zarza del campo como el roble de la montaña. Su bondad hacia las criaturas debe ser nuestro modelo.
Las hordas de salvajes, los animales más feroces se reúnen en el peligro común y se prestan mutua asistencia; pero nosotros dotados de la luz de la razón nos hemos solemne e irrevocablemente comprometido en socorrernos en todas nuestras necesidades. El decoro religioso se extiende aun más allá. El nos ordena anticiparnos a practicar el bien, a ayudar a nuestros semejantes con todos los medios de que podamos disponer, y a mirarlos como a nuestra propia persona.
He aquí porque se recomienda la limosna como una virtud tan agradable a Dios y de tan poderosa eficacia, que reúne un tesoro en el cielo para el hombre misericordioso. Así las personas verdaderamente religiosas tienen bien presente este deber de la caridad que tanto hace resaltar las demás prendas del corazón, y duplica los goces del alma. No hay cosa, en efecto, que nos acerque más a Dios que el poder, el deseo y la facilidad de ser benéficos.
Debemos respetar en nuestros semejantes la calidad de adoradores de Dios. No nos devanemos los sesos como hacen muchos, para encontrarles defectos: ocultemos, por el contrario, a los ojos del público sus malas inclinaciones inseparables de la debilidad humana.
Establezcamos entre nosotros una unión firme, constante, duradera. Todo lo que Dios nos ha prescrito se dirige a consolidar esta unión. Todos sus preceptos son otros tantos lazos para estrecharla. Siempre que seamos negligentes en cumplir estos deberes indispensables, aflojamos los nudos, y cuando tenemos la osadía de faltar enteramente a ellos, está rota la cadena. Así nos apartamos del verdadero fin, por el cual hemos sido criados, destruimos los vínculos que deben unir a toda la gran familia, y somos rebeldes a la voluntad del buen padre que solo desea hacernos felices.
-
6446
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
El tacto, esa 'delicada mesura que empleamos en todas nuestras acciones y palabras'
-
El aseo personal es una parte muy importante en la vida diaria de las personas.
-
No es cortés, al andar, girar las espaldas a un lado y a otro como el péndulo de un reloj, ni poner una delante de la otra; esto denota un espíritu soberbio o una persona que se da tono
-
Las personas mayores pueden enseñar a los más jóvenes muchas cosas, pero los mayores conocimientos van a venir de su dilatada experiencia.
-
Servir la mesa de forma ordenada y correcta es todo un arte, así como saber realizar otras tareas propias de un buen anfitrión.
-
La conversación ha de ser libre y alegre sin disolución, ni ligereza; dulce y agradable sin estudio, ni lisonja, y proporcionada a las personas con quien se habla.
-
Incumbe a los padres y madres tomar esto en consideración cuando educan a sus hijos; y los maestros y maestras encargados de instruir a los niños deben prestar a ello particular atención
-
Principios o reglas generalmente admitidas por la sociedad en cuanto a la educación de los jóvenes y preparación para la vida
-
No puede haber héroe que no tenga algún extremo sublime: las medianías no son asunto del aplauso
-
El trato de respeto hacia los maestros y los compañeros de clase.
-
Al encontrar un conocido, la señora o señorita pueden saludar las primeras; pero no se pararán a hablar en la calle más que con personas de intimidad o de respeto
-
Los puntos principales de los artículos sobre los modales, el mundo y la murmuración.