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C. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio. XII.

La civilización del comportamiento. La sociología de Norbert Elias: Programa teórico y teoría del proceso civilizatorio.

La civilización del comportamiento. Urbanidad y buenas maneras en España desde la Baja Edad Media hasta nuestros días
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Las fuerzas descentralizadoras quedan regidas por un sencillo ciclo: el señor que, gracias a sus vasallos conquista y amplía sus posesiones, paga a estos mismos vasallos con tierras. Este pago contribuye al debilitamiento del señor que ocupa la posición central en favor del fortalecimiento de los señores territoriales. Paradójicamente, el señor central que progresivamente se debilita sólo puede conseguir la adhesión de sus subordinados por medio de la conquista y entrega de nuevos territorios. Al balance entre centralización y descentralización lo denomina Elias "mecanismo feudal". Entiende por este concepto la sucesión alternada de movimientos centralizadores, ligados a la expansión territorial bélica y el consiguiente refuerzo de autoridad del señor central, y movimientos descentralizadores, vinculados al reparto de esas tierras entre los jefes militares del señor central con su consiguiente distanciamiento respecto a éste (Elias, 1987: 275-276).

El telón de fondo de estas fuerzas descentralizadoras es una economía de tipo natural. La economía natural no contempla intermediarios entre los productores y los compradores en la transferencia de bienes (Elias, 1987:277) y posibilita que lo producido en las propiedades de los señores territoriales resulte suficiente para sobrevivir. A esto se le añade una división del trabajo escasamente desarrollada así como transportes y caminos deficientes para el comercio de los productos. El telón de fondo de la economía natural, la nula división del trabajo y la dificultad material para que lo producido pueda ser comercializado en diferentes zonas refuerza una situación de escasa interdependencia entre los territorios y confirma el triunfo de las fuerzas descentralizadoras.

Estas fuerzas descentralizadoras van a ser progresivamente neutralizadas gracias a la activación de un conjunto de mecanismos con arreglo a los cuales se crean las condiciones de posibilidad para la aparición de gobiernos centrales. Estos mecanismos son los que consigno a continuación:

a)  El paso de una economía natural a una economía dineraria (Elias, 1987:261-262). La economía dineraria supone intercalar personas en la secuencia que media entre el productor y el consumidor así como la utilización de dinero al existir una distinción clara entre la producción y la distribución de los bienes. Todos aquellos grupos sociales que no guarden relación con la economía monetaria ni con la distribución mercantil de los bienes resultarán perjudicados. Permanecer ajenos al dinero abocará, por ejemplo, a la casta guerrera a la miseria, a la venta de bienes o a ponerse bajo la tutela de un señor superior en fuerza social, poder y recursos. Aparecen así los primeros nobles vinculados a las incipientes cortes caballerescas que se van delineando poco a lo largo del medievo. Aquellos señores centrales que no desdeñan del comercio acogen, al amparo de sus fortalezas, a comerciantes y a artesanos. Éstos pagan tributos al señor protector permitiendo a éste último poseer dinero para no tener que pagar los servicios de sus guerreros con la concesión de tierras: a partir de ese instante podrá hacerlo con moneda acabando con el círculo vicioso al que da lugar el enfeudamiento del suelo y acrecentando la fuerza social del señor central.

b)  La disposición a controlar los impuestos de un territorio (Elias, 1987:262). Este control permite liberar al señor central del círculo vicioso del enfeudamiento. El dinero, y no territorios, es lo que se ofrece como pago. Los nobles quedan unidos monetariamente al señor central; dependen de sus pagos teniendo éste su vez la oportunidad, con dinero, de incrementar su fuerza militar con el pago a más hombres y la compra de armamento. Todo esto, en definitiva, implica mantener una relación positiva con el comercio y con el dinero.

c)  Cambios en la técnica de la guerra (Elias, 1987:263). La aparición de armas de fuego permite armar a personas que normalmente no habían tenido acceso a ellas y hacerlo en un número superior a los tradicionales poseedores del armamento: los guerreros a caballo. Este cambio en la técnica de la guerra, unido al control de los tributos, permite algunos señores acumular mayores fuerzas militares. En consecuencia, la nobleza perderá el monopolio de las armas. Por añadidura, las que habitualmente poseyeron -caballos, lanzas, espadas, boleas o armaduras- son poca cosa frente a arcabuces y cañones -armas de fuego en general- viéndose obligados los antaño señores territoriales a convertirse en oficiales pagados por el señor central.

d)  Pérdida de empuje nobiliario y crecimiento del ascendente social de la burguesía (Elias, 1987:264). Al no vincularse la nobleza al comercio y al dinero, y al perder el monopolio de las armas, este grupo social ve menguar progresivamente su influencia bélica y armamentística sobre la sociedad (Nota: El ethos nobiliario siempre desdeña del comercio o del trabajo manual como medios para la obtención de beneficios económicos. El dinero, dentro del grupo nobiliario, era obtenido a partir de sus rentas territoriales o a partir de su vinculación cortesana -en forma, por ejemplo de consejeros o cargos reales-con el monarca. No quiere decir esto que el dinero no interesase. Al contrario; mucho. Mas su lógica de actuación y su mentalidad siempre estuvieron regidas por el valor 'prestigio' y no por el valor "ahorro/inversión". Sobre esta cuestión, atiéndase al epígrafe que dedico a la sociedad estamental en donde se habla de la orientación monetaria de la nobleza. Por ahora, y a modo de ejemplo, véanse las palabras que Elias (1982:95), tomando como referencia a Montesquieu, dedica al comportamiento económico de la nobleza: "Pues la nobleza de espada -dice Montesquieu, con un tono ligeramente irónico- está compuesta de personas que están pensando siempre cómo pueden hacer una fortuna, pero, al mismo tiempo, considerando que es una vergüenza incrementarla sin empezar en seguida a despilfarrarla"). La incipiente burguesía se contrapone como grupo social al nobiliario creándose una tensión oscilante entre los dos grupos. La institucionalización de un poder central precisa que esa tensión se mantenga sin llegar a resolverse. Parte de su pervivencia dependerá de que esa tensión sea cuidadosamente alimentada. Pero también dependerá de las atenciones, privilegios y favores que dispense el poder central a estos dos grupos sociales; atenciones, privilegios y favores que en todo momento han de re-equilibrar dicha tensión.

e)  El acortesanamiento de los guerreros (Elias, 1987:257-261). El cariz bélico-armamentístico de la nobleza cede paso al acortesanamiento de la misma conforme ésta pierde el monopolio sobre las armas y se vincula monetariamente con el señor central. Este proceso de acortesanamiento se inicia en torno a los siglos XI-XII y se da por concluido en los siglos XVII y XVIII. La nobleza se traslada hasta la Corte, que poco a poco irá convirtiéndose en el centro administrativo de los monopolios fiscal y militar.

La emergencia de una sociedad cortesana es un factor primordial para Elias dentro su teoría del proceso civilizatorio. El autor entiende por 'sociedad cortesana' la peculiar formación social vinculada a la Corte real del Antiguo Régimen (Elias, 1987:9). Su emergencia viene dada por la progresiva centralización del poder y por el monopolio por parte de la autoridad central del uso de la fuerza y el cobro de tributos (Elias, 1987:10). Elias otorga a la sociedad cortesana -basándose en el ejemplo paradigmático de la corte francesa de los siglos XVI y XVII- el papel de creadora y promotora de modelos de comportamiento y estructura psíquica decisivos en el devenir del proceso civilizatorio. Tales modelos serán tomados posteriormente, en el siglo XIX, por la sociedad profesional burguesa, bien como herencia, bien como patrones contra los que rebelarse (Nota: omo apunta Van Krieken (1998:86), Elias presta atención a la Corte y a la sociedad cortesana en su condición de elementos conformadores de nuestros actuales modelos de conducta y estructura psíquica a diferencia de Max Weber, que se centra en la transición desde las burocracias patrimoniales hasta las racionales-legales). La sociedad cortesana determina un tipo de existencia representacional para sus integrantes: ha de exhibirse el status que se posee ante el resto en permanentes procesos de competencia y distinción. Los vehículos de representación son la etiqueta y las maneras puesto que a través de ellas los individuos exhiben su posición en el entramado cortesano además de constituir el instrumento para negociar y modificar esa misma posición.

La regulación de la conducta y las emociones se convierte en una cuestión preeminente. De acuerdo con ella, se tomarán o no ventajas respecto a otros cortesanos y se estará en mejores o peores condiciones de acceso al favor del monarca. La presión y competición por la mejora del status empuja al cortesano al manejo del comportamiento y las emociones en aras de aumentar su prestigio promoviendo de este modo la observación, tanto la del contrincante como la propia. La importancia de la sociedad cortesana en el proceso civilizatorio radica en esa competición por oportunidades de incremento del status, el poder o el prestigio; lo que a la postre supone para el cortesano someterse a las demandas de la etiqueta y las buenas maneras que exigen que el cuerpo, las emociones y los deseos se hallen cada vez más sujetos a formas de autodisciplina (Nota: Para un desarrollo más amplio de cada uno de estos aspectos remito al análisis que efectúo del código de buenas maneras de la prudencia; típico de la sociedad cortesana).

 

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