B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VI.
Objetivos, objeto, hipótesis y metodología de la investigacion sobre la civilización del conomiento.
Los escritos cortesanos sobre buenas maneras integran dos fórmulas tradicionales de mensaje social: el deleite y el aprovechamiento (Palomo, 1976:117). En ellos se unen el entretenimiento y el afán didáctico. Del lado del didactismo queda el esfuerzo ejemplificador habitual del autor, que trata, bien de reflejar su experiencia en la Corte, o bien tratándose de una invención propia, dar la sensación de que es algo directamente vivido por él. De este modo, la literatura cortesana sobre buenas maneras entrevera observación e imaginación con el objeto de mostrar al lector cómo conducirse en la Corte. Del lado del deleite y el entretenimiento queda la evidente preocupación que exhibe el autor por el acabado y la forma de su texto. De ahí deriva la incorporación en el texto de elementos ornamentales y retóricos con la intención de que quien lea, además, disfrute.
Desde la Baja Edad Media (siglos XIII, XIV y XV) ya se observa el desarrollo de formas literarias vinculadas a la manera de vivir que se da en el espacio social de la Corte, entendida en este caso como acompañamiento o séquito real (Nota: En este sentido, la palabra "Corte" ya aparece en el poema épico del Cantar de Mío Cid, fechado en torno al año 1140. Cfr. Corominas (1984; voz "corte")) y no como entramado social más amplio, tal y como ocurre durante el periodo absolutista. La persona cortés es aquella que hace gala de cortesía, entendida como conjunto de comportamientos que se adquieren en la Corte. Tanto cortés como cortesía con este significado aparecen ya en escritos de Gonzalo de Berceo -que escribió la totalidad de su obra entre 1220 y 1250- o más tarde en el Dictionarium ex hispaniensi in latinum sermonem de Antonio de Nebrija, confeccionado entre 1493 y 1495 (Corominas, 1984; voz "corte"). Quien forma parte de la Corte es el cortesano. En el sentido de individuo adscrito a la misma, su significado parece ser genuinamente castellano. En el sentido de cortesano como "discreto", "pulido" o "decoroso", dicho significado parece provenir de Italia y llega a la Península con Boscán y Garcilaso. Por tanto, entraría más tarde a formar parte de nuestro idioma (Corominas, 1984; voz 'corte').
En algunas de las tempranas cortes medievales, como la de Alfonso X El Sabio (1221-1284) se promueve el uso de la lengua vernácula en la actividad literaria en detrimento del latín. La promoción literaria de la lengua vernácula es aprovechada por los integrantes de la Corte para, mediante escritos, afirmar su identidad respecto a los que no son cortesanos mostrando y enseñando el modo más adecuado de guiarse en ella (Nota: Cfr. Historia de la Literatura Española (Vol. 1), Madrid, Cátedra, 1990, p. 186-194. [En bibliografía AAVV (1990)]). El Cortesano (1507) de Baltasar de Castiglione (1478-1529) es la obra pionera dentro de la tradición escrita cortesana sobre buenas maneras. Aunque, como ya apunté, desde la Baja Edad Media se tiene constancia de formas literarias vinculadas al modo de vida cortesano, es a partir del siglo XVI cuando las publicaciones cortesanas sobre buenas maneras adquieren mayor importancia y difusión, prolongándose su influjo y vigor hasta finales del siglo XVIII (Willock, 1990:110-111).
La literatura cortesana sobre buenas maneras se dirige a los miembros del círculo cortesano y no a toda la población en general. Su desarrollo tiene lugar en un contexto social desigualitario y así, contribuye a afianzar la identidad de los estamentos superiores -nobleza principalmente- frente a los inferiores acentuando y manteniendo las diferencias entre ellos. La Corte y la sociedad cortesana tienen un carácter transfronterizo. Esto es, los escritos cortesanos sobre buenas maneras apuestan por pautas de regulación conductual y afectiva muy similares, sea cual sea la Corte europea de la que hablemos. Los cortesanos europeos guardan mayor semejanza y afinidad entre sí que las que pudieran existir entre estos mismos cortesanos y sus propios connacionales. La vocación de este tipo de escritos sobre buenas maneras es intracortesana: se dirigen al cortesano y hablan del mundo que a éste le es familiar; es decir, el mundo de la Corte sin pretender nunca alcanzar a otros grupos sociales. El objetivo prioritario será siempre la forja de un buen cortesano merecedor del favor real. Por eso, únicamente el círculo cortesano es el capacitado para juzgar la corrección de la conducta de un miembro de la Corte.
La literatura cortesana sistematiza, en comparación con los manuales de buenas maneras, mediana o mínimamente sus contenidos presentándolos de forma ordenada y secuenciada de acuerdo con los diferentes temas abordados. El sentido pedagógico de la literatura cortesana es menos acusado que el de los manuales. No se persigue únicamente la formalización de la conducta en aras de una mejora integral de la persona sino también el desarrollo de estrategias conductuales en pos de la promoción y el triunfo social. Puesto que el sentido pedagógico es menor, los contenidos de la literatura cortesana no presentan una sistematización tan clara como la de los manuales para su aprendizaje formal.
Bajo la etiqueta de "literatura del Nuevo Régimen" me referiré al grueso de las publicaciones insertas en un contexto social definido por un modelo de estratificación clasista. El modelo de estratificación clasista es distintivo del Nuevo Régimen entendido como sistema social coincidente-posterior a la Revolución Francesa, la emergencia de regímenes constitucionales y al advenimiento de la Revolución Industrial. En España, el Nuevo Régimen, en sentido amplio, abarca el periodo que transcurre a lo largo de los siglos XIX y XX. Dentro de la literatura del Nuevo Régimen, los códigos sociales de buenas maneras se materializan en tres tipos de publicaciones distintas: Manuales escolares de buenas maneras o manuales de urbanidad, manuales de etiqueta y buenas maneras y manuales de autoayuda.
Los manuales escolares de buenas maneras o manuales de urbanidad no se diferencian en lo substancial de sus homólogos del Antiguo Régimen. Del mismo modo, sus propósitos continúan siendo la regulación de la conducta y la afectividad humanas. También puede hablarse de continuidad en lo relativo a las cuestiones que abordan (satisfacción de necesidades fisiológicas, compostura en la mesa, trato al prójimo, conversación.). Ahora bien, las diferencias pasan por la inserción de las buenas maneras en el ámbito escolar, donde serán enseñadas como disciplina autónoma, como motivo para la iniciación a la lectura o como contenido transversal al conjunto de todas las asignaturas. Tal inserción supone una extensión de su radio de alcance hasta los grupos sociales que tradicionalmente habían resultado ajenos a una enseñanza formal de las buenas maneras; grupos sociales que identificamos con las denominadas clases populares.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. I.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. II.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. III.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. IV.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. V.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VI.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VII.
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