Urbanidad en verso para uso de las niñas.
Las reglas de urbanidad para señoritas reflejadas en verso.
Reglas de cortesía y urbanidad en verso para que las niñas aprendan buenos modales
La URBANIDAD nos enseña
á tratar los superiores,
iguales é inferiores,
con finura y discreción;
sin ella fuera enojosa
la vida por mil conceptos;
ved, pues, niñas, sus preceptos
de cuanta importancia son.
Cuando fueres reprendida
nunca te parezca injusto,
ni pongas el ceño adusto
al padre, madre ó tutor;
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resígnate, y algún día
concebirás claramente
que es el "castigo prudente
un beneficio mayor".
Vive en paz y sé sufrida
con tus hermanas ó hermanos;
sólo en pechos inhumanos
se puede el odio albergar.
Tratarás con miramiento
á tu criada ó camarera,
que aunque es de más baja esfera,
no debes de ella abusar.
Ante todo el Catecismo
aprenderás diligente,
como asunto el más urgente
y de mayor entidad;
que el estudio de las ciencias,
sin la Doctrina cristiana,
es ocupación muy vana;
sólo es humo y vanidad.
Aprended á hacer calceta
y otras labores precisas,
como el corte de camisas,
de vestidos, el coser,
bordar de varias especies,
el manejo de la plancha
y, en fin, todo lo que ensancha
la instrucción de la mujer.
Jamás adoptéis la moda
de vestir muy escotadas
como aquellas descocadas
que en nada estiman su honor;
vosotras tened presente
lo que la moral reclama:
"La mujer pierde su fama
cuando ha perdido el pudor".
Vuelve á un lado la cabeza
cuando escupir es preciso,
y la saliva, te aviso,
que al instante pisarás;
si te hallas en un estrado,
los esputos en el suelo
no arrojes, en el pañuelo
ó en la artesilla echarás.
Lávate manos y cara
luego que te hayas vestido,
y hacer lo mismo es debido
cuando sucias las verás;
córtate también las uñas,
si necesidad hay de ello;
péinate, en fin, el cabello,
y limpio lo mantendrás.
Enjúagate cada día
la boca, y limpia los dientes,
con tal que no haya presentes,
personas de autoridad.
Toma baños de limpieza,
mayormente en verano,
y los pies también es sano
de vez en cuando lavar.
La mujer que todo el día
divaga fuera de casa,
que en el tocador lo pasa,
en la puerta ó el balcón,
á sus quehaceres domésticos
¿cómo es posible que atienda,
ni siquiera que comprenda
de su sexo la misión?.
Delante de otros evita
el vestirte y desnudarte;
las uñas no has de cortarte,
ni á nadie al oído hablar;
tampoco interrumpir debes
al que habla ó cuenta dinero,
siendo tambien muy grosero
lo que otro escribe mirar.
Los pies y nariz no hurgues,
ni te suenes con ruido,
y lo que de ella ha salido
es asqueroso mirar.
Los labios y uñas morderte
evita, y desperezarte;
las manos no has de frotarte
ni los dedos estirar.
Ya estés en pie, ya sentada,
mantén el cuerpo derecho
sin caerte sobre el pecho
ni la cabeza voltear;
advierte que es de gañanes
saludar dando palmadas,
hablar con pasmorotadas
y á cada instante jurar.
Siempre que á alguna persona
dirigirte se te ofrezca,
no te arrimes que parezca
que la tratas de besar;
hablar con ella jadeando
sería cosa ofensiva,
y su rostro con saliva
guárdate de salpicar.
La niña buena cristiana,
intruída, laboriosa,
cortés, discreta y que goza
de un sensible corazón,
circunstancias atesora
tan nobles y relevantes,
que inspira á sus semejantes
aprecio y admiración.
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