Susana
1 Posts

Anfitrión y préstamo

El sábado cené en casa de unos amigos en Madrid y a la hora de marchar llovía tanto que me dejaron un paraguas. Tengo una duda, ¿es correcto devolver el paraguas acompañado de una caja de bombones o unas flores, o es un poco excesivo? Me apetece agradecer el detalle pero tampoco quiero quedar fuera de lugar con algo que no se corresponda.
Juan Carlos
1 Posts

RE: Anfitrión y préstamo

03/06/08 00:00
Susana, yo le devolvería el paraguas acompañado de una caja de pastas o una cajita pequeña de bombones. No les hagas un regalo que les ponga en un compromiso, algo cuyo valor sea el gesto no lo que valga.
Esther Morillas
1 Posts

RE: Anfitrión y préstamo

03/06/08 00:00
Personalmente, lo devolvería en mano, si el reencuentro va a tener lugar pronto, y tal y como dice el anonimo, daría simplemente las gracias.

Si no os vaís a ver en un tiempo, no demores excesivamente la entrega: envíalo por mensajero (no por correo ordinario que podría obligarles a desplazarse hasta la oficina postal si no se encuentran en casa en el momento de entrega) con una nota de agradecimiento. Llama posteriormente por teléfono para avisar del envío o, incluso, llama antes por si prefieren otra solución.

Un saludo,
Pedro
1 Posts

RE: Anfitrión y préstamo

02/06/08 00:00
Mira Susana, lo que has pensado está bien. Ahora trata de que sea algo simbólico y bonito.
No te gastes en los bombones una fortuna ni tampoco en flores. Piensa que un paraguas no es algo caro y han tenido contigo un verdadero detalle de cortesía.
Anónimo
1 Posts

RE: Anfitrión y préstamo

02/06/08 00:00
No sé, Susana, si también vas a cuestionarte qué obsequiarme por esta respuesta, pues que es todavía más detalle": si ellos son tus amigos, yo soy un mero desconocido.

No, Susana, no, y tú misma lo sabes, porque dudas: da sencilla y nuevamente las gracias, y dalas también muy sentidamente si tan hondo te ha calado un rasgo de cortesía elemental por parte de unos anfitriones que, además, son tus amigos (qué menos que ofrecer un paraguas o llamar a un taxi si va a caer sobre nuestros invitados el diluvio universal; o acompañarlos, incluso, si son pocos).

(Si alguien nos salvara la vida, ¿qué ofrecer, Susana, entonces? Lo que está en juego, en el fondo, no es corresponder a su cortesía, sino hacer valer la nuestra [obviamente, no me refiero a ti]).