Señora, Usted es argentina y la respetamos.
Ahora si Usted quiere entrar a un foro hispánico, tendrá que aguantarnos un poco.
No deseamos reñir con Usted, pero no nos venga con francesadas pues no nos van.Con los argentinos no tenemos problemas y aunque no seamos muy forofos del Riber o del Boca, nos resultáis muy simpáticos, especialmente cuando habláis. Quién iba a decir que de una madre española saldrían hijos hablando el español como si fuera el italiano.

¡Qué bifes comí en la Argentina! Me llevaron al Boca, al puerto de Madero, a los espectáculos de tango. !Qué ciudad Buenos Aires! Lo que me apena es ver tantos baches en las calles, los desperdicios por cualquier parte, los autobuses tirando el aire. Se ve que fue una ciduad importante que se ha quedado. Quise conocer el teatro de Colón pero me dijeron que lo están poniendo bueno para no sé qué aniversario.

Distinguida señora de Alvear:
No soy intolerante. Usted dijo que era chilena y ahora aparece como colaboradora en medios de Argentina.Este es un foro y no un sitio para dar cátedra.
¿En la Chile en la Católica o en la Mistral, no tendrá un sitio para enseñar?
Le doy mis nombres y apellidos: Juan de Manzores y Ríos Lionnel. Gracias.

De vez en vez entro en este foro. Cada vez me gusta más. Pero, siempre hay un pero. ¿Por qué
no se hacen intervenciones muy breves? Las peroratas de cátedra ya las he sufrido en el cole y en la facu.
Gracias.

Perdón señora si se siente incómoda en este foro. Es que los españoles -o al menos yo- somos así. Quizás Usted es de hablar suavecito, diciendo siempre "poquito", "cerquita", "queridita", etc. Yo, personalmente, soy un poco brutote. Por eso le pido perdón. Una cosa son las españolas y los españoles intolerantes y otra somos los españoles que bromeamos. ¿Allí se dice
"cachondos"? A lo mejor la hemos lastimado. Bueno, ¡viva Chile! ¡Qué país estupendo! Lo he pasado bomba en la Viña.

Soy argentina, quien aclaró que es chilena es la señora Felicitas Anchorena.
Por alguna misteriosa razón nos confunden.

Lo cierto es que, como en Aguinaldo, ve únicamente la paja en el ojo ajeno: aconsejó a Esther no debía hablar de dinero, porque es de mal gusto, mientras usted mencionaba, no ya el suyo, también el de su padre. Y dice aquí que se discute en nombre de una arbitraria lucha de clases, cuando, poco antes, habla de su propia cuna como supuesto aval de saber (una persona verdaderamente educada y distinguida jamás se permitiría hablar públicamente sobre su cuna; y una persona culta jamás se contentaría con lo que ha mamado en casa ni aprendido en las aulas).

Puede aconsejar a su antojo, Clara; pero asuma las consecuencias de sus intervenciones, sobre todo, cuando tan elevadamente las valora.