Seguramente los de Alvear y los de Anchorena serán familias de lustre. Pero de nada sirve vivir de rentas.Por eso la presidenta de los argentinos dijo muy bien que la educación en ese país permitía acceder a los cargos públicos a los hijos de familias trabajadoras.
Cuando estuve en Buenos Aires me mostraron un palacio (?) y me dijeron que era de Anchorena. Lo miré varias veces y me pareció una gran obra funeraria. Después al ir al cementerio de la Recoleta ví que el arquitecto Chistophersen tenía varias obras y que se parecían al llamado palacio.Lo cierto que esda casona es ahora el ministerio de asuntos exteriores.
De Alvear vi su monumento espectacular. No sé qué hizo ese señor para que lo pusieran tan alto. Pregunté a unos peques que andaban por allí y me dijeron que Alvear era una avenida...
Despuaés en el hotel me sirvieron un champán de Alvear. La verdad es que es más malo que pegarle a la madre.

Bueno, haya paz ¡que estamos casi en navidad!

Viendo todo lo que ha dado de sí el tema, casi lamento haber hecho el inciso de los 35 €; tan solo queria hacer hincapie en que el detalle está en la (buena) intención y no en el dinero que suele ser pequeño... pero quizá Clara tenga razón en que podría haberlo obviado y no por ello hubiese sido menos clara. Tal y como comenta, hablar de dinero no es elegante pero en un foro, donde se buscan aclaraciones lo más concisas posible, a veces es mejor dar el dato tal cual es que andarse por las ramas para ser más elegante pero dejar al otro con el duda... pero este no era el caso así que siento haber dado motivo para discutir ¡una vez más!

Un saludo,

No te preocupes. Lo hemos pasado bomba.
A Clara le digo que los Alvear, los Anchorenas, no son más que los Pérez, los Gómez y los Fernández.Me parece muy bien que se sientan honradas con sus apellidos, como todos nos sentimos orgullosos de portar el de nuestros padres.
No sé quién fue Alvear ni quién fue Anchorena.A menos, por estas tierras jamás he escuchado ese apellido que en América decir algo. ¿Vèis? No tenés nobleza, pero habés creado la de los apellidos.

A mí no me molesta que intervengan, antes al contrario, Óscar -su frase, por demás, ¿no resuena a cumbre?

Me gusta de la Corona que todo lo pone de moda:
Baqueira, Mallorca, sastres, frases, ...

Mezcla, señora, churras con merinas: la Heráldica nada tiene que ver. Dudo mucho, por demás, que sepa algo sobre ella, si todo lo que sabe lo ha aprendido, salvo excepciones que conozco, en esas escuelillas.

A mí me importa lo que se dice, no quién lo dice, se apellide como usted, como Clara o como yo.

Si se honra de su linaje -el apellido es otra cosa-, corresponda a él como debe corresponder: el honor, si no se revalida generación tras generación, decae. Nobleza obliga, señora. Porque lo que "corresponde" no es llevarlo "naturalemente", es decir, meramente llevarlo, sino estar a su altura, en la medida de lo posible y, si no se quiere, no se le saque rentabilidad. Piense, por ejemplo, en Leandro Alfonso de Borbón, indigno de su sangre.

Yo, si no firmo, no es porque me avergüence de mi apellido, como usted ramplonamente dice, sino, más bien, porque mi apellido -no sé si comprenderá lo que quiero decir- se avergüenza de mí, porque no estoy dispuesto a hacer nada de aquello que, por meramente llevarlo, se supone debo hacer y, por tanto, soy honesto y consecuente.

El apellido es un estuche, en muchas ocasiones, Felicitas, vacío: el único fulgor que destella cuando se abre el estuchito es el fulgor de la soberbia, de la vanidad; de la fatuidad, en fin.

Por una vez estamos de acuerdo sr anónimo. En esas escuelas no aprenden de nada.... y mucho menos de heráldica.

Me alegra, Santiago. Y diría, incluso, que en más de una ocasión.

Si quieren saber algo de Heráldica, su verdadero origen, luego tergiversado, que lean al conde de Casa Dávalos, GdE, Martín de Riquer, su Manual de heráldica catalana, la introducción, y a Michel Pastoureau, y a Eduardo Pardo de Guevara y Valdés , y a Faustino Menéndez Pidal de Navascués, por ejemplo. Son más que solventes.

Todo se ha salido de madre.Blanca ha pedido consejo sobre si dar o no un aguinaldo o"propina" al portero. Ella lo llama físico, porque, efectivamente, en algunos sitios no existe ese puesto.
Por lo general,las propinas forman parte del sueldo de las personas y es de justicia darlas.
Si Clara lo considera, es lógico que entregue una pequeña retribución a quien amablemente realiza su oficio.
Por lo demás, las Anchorenas y las Alvear, podrían dejar de intervenir. Nos harían un gran favor. ¿Por qué no se callan?

Anónimo, todo está muy bien pero son los 35 euros lo que me molesta, sin precisar ese valor se comprendía perfectamente el tipo de gesto que se aconsejaba.
Jamás hablo de dinero, ni del que tengo, ni del que tuvo mi padre, cuando me preguntan el precio de algo que llevo puesto, tengo una sola respuesta: "no me acuerdo".
Le aseguro Anónimo, que este consejo vale mucho dinero.

Se equivoca: no solamente está hablando: quiere evidenciar que el dinero le es cosa vieja, es decir, es exactamente la misma ostentación del nuevorrico pero a la inversa, pues que, si "jamás" habla de dinero, ¿por qué menciona, ya no el que pueda usted tener, hasta el que pudo tener su padre? Hablar de dinero no es meramente precisar la cantidad y, como le he dicho, so pretexto de esas normitas, las personas se impostan, según se quieren más o menos distinguidos, pero son otra cosa, Clara: uno no es la norma, sino lo que es, y su naturaleza, por más que la observe, sale a flote: por ello su respuesta, en la que peca de lo mismo que "acusa" a Esther ("35 euros" /"ni del que tuvo mi padre").


Si el mensaje de Esther se hubiera comprendido, a su modo de ver, sin precisar la cantidad (35 €), tanto más el suyo se hubiera podido comprender sin necesidad precisar si usted o su padre tienen o han tenido dinero -por demás, una obviedad, si se sabe algo de linajes en Argentina y se advierte por qué usted, con Felicitas, no perdonan sus apellidos, que me parece muy bien, pero no es gratuito: hay, también, cierta intencionalidad-.

Le agradezco mucho su consejo, Clara, tanto más cuanto que es muy suyo, es decir, vale mucho dinero. Permítame, por venirme a su vocabulario, le pague con otro: si verdaderamente su naturaleza repugna hablar de dinero, no hable nunca de dinero, ni explícita, ni implicítamente; pero si su naturaleza es otra, sea honesta consigo misma o, si prefiere impostarse, no pretenda, por lo menos, que los demás confundan la impostura con su naturaleza.

(Piense en los primeros Alvear o en los primeros Anochorena , que, como todos los linajes, aun de estirpe real, hubo un tiempo, más o menos remoto, en que tenían una mano delante y otra detrás; ¿cómo hubieran cimado la cumbre si uno o más de sus miembros no se hubieran nunca preocupado de hablar de dinero hasta en los sueños? El tiempo, lo viejo y lo nuevo, es tan sólo una pátina, y tan vular resulta el nuevorrico como su negación, el viejorrico: son las dos caras de una misma moneda -valga el juego de voces-.)

Supongo que si tuviera una hermana, una hija, una nieta o una amiga tan íntima que con ella se permitiera ser usted, y alguna de ellas le preguntase, dónde se compró tal prenda y cuánto le costó, les respondería lo que responde siempre: "no me acuerdo". Pero es un supuesto humano, inimaginable, pues: si tuviera una hermana, una hija, una nieta o una amiga tan íntima que con ella se permitiera ser usted (es decir, un ser humano, más allá de su escenificación), jamás le harían esas preguntas, porque habrían recibido la misma educación.

Sé, sin embargo, que a la realeza, que es el ejemplo por antomasia para aquellos que aspiran a la sublimación de las formas, les gustan, a veces, las gangas, y hasta lo comentan.

Bien nos comprendemos, Clara.

Es normal que quien siente verguenza de su apellido, guarde rencor por quienes lo llevamos naturalmente como corresponde.
No puedo aceptar que alguien que se escuda en el anonimato saque conclusiones sobre los linajes ajenos, me cuesta comprender porque se acordó de mí que no opiné sobre este tema.
Por otra parte la Heráldica, forma parte del programa de estudios de toda carrera de Protocolo, y en este foro debe inspirar y no despertar sospechas.
También rechazo la expresión despectiva "normitas", se equivocó de foro, en éste difundimos las reglas y normas del Protocolo y la Etiqueta, no aplicamos "normitas".
Soy Chilena, no argentina, y en mi hogar también consideramos que hablar de dinero es inadecuado.
Aún hoy me choca escuchar a los jóvenes padres hablar siempre de dinero en la mesa, negociando con sus hijos compras y premios.
Deje de lado el resentimiento, y aprenda a llevar con honor su apellido.

Personalmente, creo que no es una obligación y depende de lo satisfecha que estes con su trabajo y la relación, dentro de la distancia, q

Personalmente, creo que no es una obligación y depende de los satisfecha que estes con su trabajo y la relación, dentro de la distancia, que tengas con él o ella.

Yo sí le hago un pequeño regalo por Navidad. No le doy dinero porque me parece un poco frio y no estoy muy segura de la cantidad apropiada para no pasarme de explendida ni parecer "tacaña"... no quiero ofenderle ni por exceso ni por defecto. Mi "aguinaldo" siempre es una pequeña cesta que dos o tres productos buenos (no muy abundante para que no le haga sentir incomódo ni "cutre" para no ofenderle): el año pasado le regale una botella de vino de reserva (una botella de la caja que compramos para casa), una botella de cava, un mixto de dulces navideños (garrapiñadas,polvorones y trocitos de turrón) y una barrita de lomo (del mismo que compramos en casa pero más pequeño). En total, incluido envoltorio y tarjeta, apenas superó los 35 €.

Excelente y lleno de sentido común su consejo.
Me permito decirle que hablar de dinero de manera tan explícita me parece inadecuado.
Jamás se habla de dinero en un tema como este, ni en la mesa, ni en reuniones sociales.
De dinero hablamos con el contador, en el banco, con un proveedor, etc.

Si se pregunta por el aguinaldo, por mucho que se considere de mal gusto hablar de dinero, salvo en los casos que pone, es lógico que se traiga la cuestión.

El buen o mal gusto, Clara, no es aplicar las normitas, sino comprender su naturaleza y la oportunidad de su observación.

Pero iré más allá: las únicas personas que pueden permitirse no hablar de dinero nunca son aquellas para las que el dinero, verdaderamente, nada significa. Las otras tan sólo hacen esfuerzos por observar esas normitas, pero tan vulgar es la actitud del nuevorrico como la del viejo, cuando se advierte el peso que otorgan al metal.

Me ha hecho mucha gracia, Blanca, su expresión: ¡portero físico!

Haga lo que Esther le aconseja, en razón de lo que usted sea.

Cada persona puede conservar las costumbres que crea: desde luego, obsequiar al servicio no es, todavía hoy, un anacronismo.